Crónicas de un Masaje Prehispánico
Alicia la del barrio
-¡Hola Jessy and Joy! Me saluda todas las semanas una mujer sumamente alegre de pelo color rubí, cortito de un lado y de-grafilado del otro.
Alicia no es como cualquier mujer, para empezar, es una mujer, segura de si misma.
Alicia es grande, de piel gruesa y morena. Si la vieras, y no le cayeras bien, te daría una mirada de miedo y sin embargo, al conocerla, conocerte y conversar, no notas mas que la ligera sonrisa que carga al platicar, una sonrisa y felicidad que te recuerda y anima a responderle indudablemente con el mismo cariño facial.
Alicia Campos y Díaz cumple el 25 de noviembre 66 años. Años que su tez no refleja ni la más gruesa ni delgada arruga.
-Se me hace extraño, hay pocas personas con las que uno llega a llevarse de una manera peculiar, de forma casi familiar, pero sin ser tan conocidos. Ese cariño que le tienes a una persona, que aunque no veas muy seguido, sabes que ahí estará: Ella y su cocina. Y cada vez que la veo, que converso con ella, pienso en que; sí, efectivamente se logra ser “más que vecinos”. –
Alicia nació en Puebla, Puebla, es la hermana de cuatro hermanos y desde pequeña creció influenciada por la buena comida regional, por los masajes prehispánicos y cuidados de aseo personal. “Mi mamá nos dejo el don de la cocina ya que siempre estuvo en ella. Mi mamá se inicio en el Mercado la Victoria, actualmente Plaza Victoria. Ahí tenia sus fondas de comida desde antaño. A los tres años nos dábamos cuenta que se dedicaba a la comida. Siempre nos habló en especial de los moles, mole poblano, pipián verde, pipián rojo y chiles en nogada”, recuerda Alicia, mientras platicamos después de un masaje tan relajante, que ni las piedras hirviendo pudieron interrumpir.
“Si no hago chiles en nogada una vez al año me siento mal del corazón”, ríe Alicia.
Alicia y su esposo, con el cual llevan más de 30 años juntos, Antonio, carpintero y todólogo del mantenimiento del hogar, abren en una plaza de Puebla, una fondita, donde pasa sus días haciendo lo que más le gusta, cocinando comida regional y alimentando las panzas de gente feliz y clientes frecuentes. Sin embargo a causa de ser víctima de un robo, Alicia y su esposo deciden mudarse a San Andrés Cholula, donde llevan viviendo 10 años. “ El accidente que tuve me hizo tomar la decisión de venir a San Andrés… y empiezo a trabajar la comida aquí”.
Alicia cuenta sus experiencias de vida, mientras, todo lo que puedo observar, es su historia de tantos años de vida vivida sobre una cara y frescura de personalidad que ni los adolescentes denotan. Alicia cuenta que lo que la ha conservado “son los masajes que me doy, las mascarillas naturales que uso, el vapor. Y he aumentado mucho de peso pero es porque me operaron de la tiroides…siento, protesto”, ríe Alicia.
Algunas de las técnicas y ingredientes que usa es la choco terapia, las mascarillas de barro, de fresa, de avena con miel y las de yogurt naturales.
Los masajes prehispánicos y baños de vapor fue algo que la fue influenciando desde pequeña al ir con su mamá a los temazcales en Puebla. “Soy lirica… me gusta aprender, ahí [en los baños] veía las señoras qué llevaban y le preguntaba a mi mamá que le ponían al vapor..” como es el Azufre, el romero, y alcohol para “calentar los huesos y que sude”. Al interesarse por los baños, empezó a aprender las distintas técnicas que usaban hasta convertirse en ayudante en algunos baños y empezó a aplicar las técnicas de masaje prehispánicos al convertirse en bañera ayudando las enfermas y mujeres que recién habían parido, “poniéndoles el azufre poniéndolas a sudar y dándoles el masaje”, explica Alicia.
“Cada ocho días voy al baño de vapor.. llevo mi avena con miel y luego de fresa o cuando me siento muy estresada llevo el barro y me lo aplico de pies hasta la cabeza”.
Alicia me da un masaje. Empieza por darme un té de Tila y da una pequeña introducción. “Hola me llamo Alicia, y estoy aquí para ayudarte a mejorar cualquier problema que tienes de cuerpo o mente, le pido a Dios que me dé la fuerza de liberarte del estrés que cargas encima” algo así dijo, y no pude más que pensar en que –Sí efectivamente, espero que me pueda liberar de este estrés que cargo en mi mente que se proyecta y hace visible en la tensión de mi cuerpo-.
Pone la música, escucho cantos que no entiendo, probablemente en portugués. Cierro los ojos y empieza a rociar mi cuerpo completo con el agua de romero. Un poco de aromaterapia. Luego empieza el masaje, literal de pies a cabeza. Empezando por la cabeza, y termina por untar barro en mis pies, “déjalo hasta que te bañes,” me dice, y lo hago. Cinco horas después camino con el barro en los pies hasta la esperada velada con mi regadera.
“No cualquier persona puede dar masaje, por eso uno debe de tratar al paciente, preguntar si no tiene problemas en la columna, porque es una situación delicada. Una persona enferma de cáncer no se le puede dar masaje porque se le activa más las células cancerígenas. Sí, uno debe de saber. Hay que preguntar, hay que saber, no cualquier puede dar masaje.” Aclara Alicia. “Para los diabéticos debe de ser un masaje muy suave, porque su piel es muy delicada.” Sin embargo para mí fue un masaje de tejido profundo acompañado y finalizado con la colocación de piedras de rio calentadas por carbón a lo largo de mi columna.
“Los masajes es algo internacional, los egipcios y japoneses lo usan mucho. Entonces yo como mexicana, siento que debemos de preservar nuestras costumbres, son muy importantes. Por eso es que me gustan los masajes con las piedras, porque es algo que hacían nuestros antepasados.”
Alicia, al ser una persona lírica, empieza por interesarse en la confección, “yo estudie en una academia muy antigua…me enseñaron a cortar el pelo, a pintar el cabello, todo lo que hay de belleza del cabello. [Sin embargo] tienes que practicarlo, no se te olvida, porque lo bien aprendido no se olvida, pero si se pierde práctica. El tono de cabello que le gusta es el rojo, siendo el rojo su color favorito, y le gusta que el corte sea degrafilado y “pues asimétrico”, afirma mientras me muestra orgullosamente su cabello.
“Siempre me ha gustado la belleza . Yo siento que lo antiguo vuelve a resurgir porque son tendencias que nunca pasan de moda, es como la música, son tendencias muy importantes.”
Alicia es una mujer que disfruta de las tradiciones mexicanas y prehispánicas, disfruta de los cuidados del cuerpo y lo sigue como mantra de vida, al igual la buena comida nunca la deja a un lado, siempre interesada por probar esos platillos extraños, que uno olvida con tanta modernización como es el “Huaxmole de barbacoa” platillo que conmemora la matanza de Tehuacán.
“Para mí como ser humano, me agradaría que la gente, empezando por mí, fuéramos más humanos, más comunicativos con todos, siguiéramos las costumbres que nos dejaron porque mucha gente luego se afrenta de su origen y que se preocuparan más por lo espiritual, de esta forma habría más paz… A mi edad, hoy quisiera vivir más, por eso es que me cuido, quisiera cuidar más mi imagen, y que no fuéramos tan metiches,” ríe Alicia. “Eso es lo que quisiera.. amo la vida intensamente y ¡Gracias a Dios he llegado a los 66!”
Y ella es Alicia, la del barrio de San Juan Aquiahuac, Cholula.
Hola me gustaría si pudieras dar más señas para llegar a probar los masajes de Alícia gracias saludos