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Arquitectura sustentable

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Arquitectura sustentable en México

De mermeladas a casas

-“¿Leche entera?” Me pregunta el hombre con mandil verde, quien atiende apresuradamente

múltiples civiles mañaneros sudando sus domingos hacia la salud. -Leche descremada por favor. (Como si eso me exentará de mi culposo desayuno a base de azúcar).

Té chai frappé y un rollo de canela – lo que pide uno de adolescente en las mañanas al ir a la escuela. Esos –en ocasiones- ricos e instantáneos desayunos de Starbucks.

Espero en la fila… leo los ingredientes de un jugo supuestamente natural, y como si la alarma del microondas fuera mi alarma personal, me llega una preocupación… Mi desayuno transgénico transnacional insulta por completo la ideología de los dos conservadores ambientalistas, activistas ecológicos, quienes voy a visitar. –A veces es inevitable evitar formar parte del gran vientre consumista del cual todos crecimos dentro. – Lo único que logro pensar es… esto no empezó bien.

¿Calle Humboldt?

Antes de partir reviso mis mensajes en Facebook. Stephanie Josse me manda por Google Maps el lugar donde lograré encontrarla… rápidamente leo y observo mi ruta a seguir, un camino virtual –de 23 minutos- para llegar a la Calle Humboldt, en San Francisco, Totimehuacán, Puebla.

“La casa es de lado derecho y no te puedes equivocar es la única que tiene un enorme Mándala pintado en la ventana. Si llegan alrededor de las 10 estaremos todavía cargando arena,” escribió Josse.

En menos de 20 minutos estábamos en Totimehuacán. Sin embargo el GPS del celular –como suele suceder para algunos- sólo logra entorpecer nuestro punto de encuentro. -“Tendremos que preguntar,” dice mi amigo

-“Mejor, será mas fácil,” pienso. Preguntamos y nada, nadie la conoce. Ni el rutero ni la de las memelas supierondecirnos. -Ahora resulta que nadie conoce las calles de su colonia.- ¿O nadie nos quiso decir?

Volteo a mi derecha y justo ahí, nos espera la terracería Humboldt, la casa con el Mándala, la montaña de tierra, y Josse con su pareja Mauricio –paleando tierra-. Tal cual me lo describió.

Doy una ultima mordida y sorbo, y guardo mi blasfemia en los asientos traseros del coche. Los rayos del sol los fuerza a ambos fruncir el ceño. Sin embargo levantan la mirada y alzan sus brazos en asombro de nuestra llegada. Nos saludamos y entramos a la casa de su “vecina del cerro” Mar Elienay Rosas Cortes, quien les donó la tierra para su proyecto ecológico.

De mermeladas

“¡Música jarocha!” me dice Stephanie con impresionante alegría, – yo al contrario, batallo con el sueño interrumpido que reflejan mis ojos hinchados.- Poco a poco mi cuerpo va despertando y saco uno que otro pasito al ritmo del son veracruzano.

Mar, quien estudia en el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural (CESDER), en el municipio de Zautla, se prepara para la venta de garaje y noche de convivencia que planeó con la ayuda de vecinos. Al igual que Stephanie y varios otros activistas ecológicos, se involucra con la comunidad, tratando de fomentar la adopción de un desarrollo rural sustentable con líderes campesinos. Estudia las diferentes formas en la que se puede fomentar el ejemplo sustentable y ecológico por medio del trabajo colaborativo entre campesinos.

La casa de Mar pronto se convertirá en el Centro Comunitario para el Desarrollo Integral (CCDI), un espacio cultural en donde habrá talleres, apoyo social, y diferentes actividades para la comunidad de San Francisco, por lo que la procuración de fondos para sostener este espacio comienza hoy con la venta de artefactos peculiares –como es una antigua bicicleta fija, de la cual no logro apartar mi fijación.-

Nos invitan a desayunar y disimulo mi llenadez. Segunda vuelta: Huevos a la mexicana, mermelada casera de mango, pan y té de menta con leche.

Mermeladas de Stephanie

“Las mermeladas son fáciles de hacer,” es colar, macerar la fruta y agregarle azúcar, me explica Josse. -“¿Usas piloncillo?” pregunta Mar. -“No, azúcar normal, aunque quiero empezar a usarlo.” -Acepta que el azúcar no es de los mejores ingredientes para sus mermeladas caseras, pero dice haber aprendido la receta desde chiquita.-

Explica que en Francia todos comen mermeladas -se ríe al decirlo-. Stephanie empezó a vender sus mermeladas caseras cuando quiso encontrar un método alternativo de apoyo económico hacia el proyecto ecológico que tiene en progreso junto con su pareja, conocido en Facebook por 455 seguidores como “Casas ecológicas hechas con desecho para gente sin techo.”

El proyecto que trabajan juntos sirve de ejemplo hacia comunidades de escasos recursos sobre la facilidad de tener un hogar a partir de recursos renovables, económicos y accesibles para cualquiera al fomentar la adopción de técnicas ecológicas y sustentables en el funcionamiento y arquitectura del hogar. Tarea fácil no es, pero al igual que sus mermeladas y crepas de diez pesos hechas en combi logran curiosidad. Poco a poco la gente lo va probando, los gustos se adoptan, el paladar se acostumbra, e inevitablemente terminas pidiendo por más.

Conozcan a la pareja y su hogar

Una merienda al aire libre.
Una merienda al aire libre.

Stephanie Josse y Mauricio Velasco León llevan aproximadamente dos años construyendo su casa enfrente del cerro Chiquihuite en San Francisco Totimehuacán. Esta vivienda se construye a base del concepto de la permacultura, la cual es como dice Stephanie, “construir e imitar la naturaleza, preservarla y crear tecnologías que las respeten y que trabajen con ella”. Explica que tuvieron que construir alrededor de los nopales del terreno, ya que eran nopales de 60 años -algo que se tenía que respetar e imitar en la misma arquitectura-.

Chiqihuite

Esta casa sirve como modelo para demostrarle a la gente que se puede construir con puros materiales económicos, que todos tienen a su disposición –aunque a veces ciegos ante ello- los recursos básicos para tener un hogar.

La casa modelo es hexagonal, lo que permite que se pueda expandir con el tiempo las diferentes áreas recreativas y comunales. Al tener una base hexagonal, nutres tu percepción del espacio y adaptas tu espacio conforme a tu entorno físico, creas un espacio armónico, que si fuera de forma cuadrada, no tendrías muchas posibilidades de construcción. Es adaptarse al terreno y “construir algo que realmente sea por tus necesidades”. Las paredes están construidas con diferentes materiales como son las pacas de paja –con adobe- las cuales sirven de aislante térmico y son resistentes al fuego – “La tierra no es combustible porque hay aire dentro de cada paca,” explica Mauricio.

Dentro de la estructura de las paredes vemos botellas de vidrio colocadas en las paredes en donde el sol pega al amanecer y atardecer, iluminando las diferentes tonalidades del vidrio, jugando con los elementos de la naturaleza a partir de su observación. Todos los materiales que usan son materiales que les regalan sus vecinos o que logran recolectar de la zona. Por lo que su casa tiene un sinfín de materiales de construcción y objetos considerados para algunos como desechos. Todos esperando su turno para ser implementados en la estética misma del hogar.

Paredes con botellas de vidrio

Reciclando

Arquitectura vernácula, patrimonio cultural

Anteriormente, los pueblos de cada región del país edificaban cimientos a partir del conocimiento constructivo que se heredaba de familiar en familiar, quien con la ayuda de su comunidad, realizaba cimientos integrando materiales propios de la región y adaptándolo al ecosistema. A este sistema se le llama arquitectura vernácula -una arquitectura sin arquitectos- en donde los usuarios edifican sus hogares por sí mismos según sus propias tradiciones.

Hoy en día resulta difícil aceptar en ciertos sectores de la población esta estética vernácula cuando la era de la modernidad e imagen lo es todo. Sin embargo sigue siendo un estilo arquitectónico válido, considerado en varios ámbitos como innovador, y apreciado en términos de la cantidad de energía y gastos ahorrados.

Podemos observar otros ejemplos de este estilo arquitectónico en casas a lo largo de Tepoztlán y Tlaxcala, en donde los usuarios a partir de los materiales de su región edifican su hogar, -utilizando materiales como adobe, paja, piedras y materiales reciclados-. Sin embargo en ciertas comunidades de escasos recursos, como es Totimehuacán Puebla, la adopción de este estilo arquitectónico no parece causar interés alguno, parece ser que ni los beneficios económicos u ecológicos hacen cambiar su concepto espacial. Llevándolos a construir casas por su cuenta o por estancias gubernamentales, sin tener en cuenta la geografía ni resistencia climática, generando un modo de vivir costoso y con varios defectos a la larga.

¿Bioconstrucción? ¿Ecotecnias?

La arquitectura vernácula es en sí un estilo de bioconstrucción, ya que usa elementos similares. La bioconstrucción es un concepto basado en el aprovechamiento de elementos naturales para edificar casas ecológicas con un mínimo gasto y proceso. Se utilizan materiales adecuados al clima y cercanos a la localidad para ahorrar combustible, al no tener que transformarlos ni transportarlos a grandes distancias.

Una vez que se empieza con una bioconstrucción, normalmente se planea adoptar ciertas técnicas ecológicas en el funcionamiento y mantenimiento del hogar. De acuerdo a la Secretaría del Medio Ambiente (SMA) del Gobierno del Estado de México, ecotecnias son aquellas, “técnicas que el hombre ha desarrollado a través del tiempo de las cuales se caracterizan por aprovechar eficientemente los recursos naturales y materiales, para dar paso a la elaboración de productos y servicios para la vida diaria.

Estos recursos y materiales naturales utilizados en la elaboración de productos y servicios, conocidos como ecotenicas son de acuerdo a la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), la pintura natural, la bomba de mecate, la composta, el baño seco (SES), la captación de agua pluvial, hortalizas y bloques de paja con adobe –para mencionar algunos- conocidos como “fardos” utilizados en la edificación de paredes

Si pensamos que nuestro país es el único que emplea un sistema de construcción con adobe, pues estamos equivocados. Este tipo de construcción, por más mexicano y anticuado que se vea, es una de las mejores técnicas en el fortalecimiento de cualquier estructura arquitectónica. Nadir Khalili, arquitecto americano de origen iraní, quien anteriormente era conocido por sus diseños de rascacielos, ha readaptado esta técnica de construir con adobe al crear el “superadobe.” El superadobe consiste en apilar sacos rellenos de tierra con cortinas de púas entre saco y saco, para así fortalecer su estructura y tener mayor libertad en el diseño de la fachada y altura de la casa.

Pero regresando a los métodos de construcción tradicionales, los fardos de paja tienen una gran capacidad de aislamiento térmico, resistencia al fuego, ante sismos y absorben cantidades de dióxido de carbono, por lo que la paja es un material económico, sostenible y accesible para todos en comparación con el cemento, el cual no sirve como aislante térmico y resulta ser bastante contaminante hacia el medio ambiente. Otro aspecto importante sobre la edificación con fardos de paja es su accesibilidad para participar en su levantamiento, ya que son estos proyectos comunitarios que sirven como ejemplo de los beneficios económicos, ecológicos y estéticos y llega a ser un modelo bastante exitoso al lograr la adopción de prácticas sostenibles.

Vivir bajo un techo

El acceso a la vivienda es un derecho de todo ciudadano. Pero no lo fue siempre.

Desde la década de los ochenta se crearon instituciones gubernamentales que apoyan en el financiamiento de la vivienda para comunidades de escasos recursos como es el Fondo Nacional de Habitaciones Populares (FONHAPO), el cual de acuerdo a su libro de Vivienda Popular, tiene como objetivo “elevar las condiciones de bienestar para los sectores populares, principalmente no asalariados, cuyos ingresos sean inferiores al salario mínimo”.

En 1992 la Política Nacional de Vivienda se modifica y termina siendo el gobierno quien financia la construcción de viviendas, volteando la responsabilidad hacia el sector privado y social en construirlas. No fue hasta 2006 en el que a través de los Planes Nacionales de Desarrollo el gobierno federal aprueba la Ley de Vivienda, volviendo un derecho para todo ciudadano el tener un techo. Al igual, se crea la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) cuya función es dar seguimiento, evaluar y ejecutar la Política Nacional de Vivienda y su programa nacional. La Conavi tiene como objetivo proponer adecuaciones correspondientes conforme a las prioridades de los Planes Nacionales de Desarrollo. Esta ley de vivienda deberá ser cubierto por acciones del sector publico, privado y social –ahora sí, nadie se puede echar la culpa, todos son responsables de sus propias acciones-

No obstante, estas instituciones carecen de la implementación de prácticas sustentables en los cimientos del hogar e ignoran y destruyen elementos naturales que funcionan como protección y aislamiento climático. Un ejemplo de ésta son las casas populares en Acapulco en donde para su construcción destruyeron manglares -barrera de protección natural contra huracanes y tormentas tropicales.- Si fuera por la protección de los manglares, huracanes como Manuel no hubieran causado tanta destrucción y deslaves de hogares en septiembre de este año.

Y sin embargo, seguimos viendo cómo se edifican casas hechas de materiales inestables y fuera de elemento con su entorno climático y geográfico. No hemos presenciado verdaderos resultados en nuestras viviendas populares.

Si instituciones del gobierno no logran generar una adopción ambiental, lo único que puede lograr un verdadero cambio son los ejemplos impuestos de ciertos individuos quienes dentro de su comunidad han podido llamar la atención hacia sus maneras alternativas –sin embargo prácticas- de vivir un estilo de vida ecológico, sustentable y económico.

Ecoaldea

Stephanie y Mauricio tienen planeado construir a base de la permacultura (con la ayuda de personas interesadas en compartir las planicies del cerro) tres casas en el terreno contiguo de 12 mil metros cuadrados, con el objetivo de convertir este espacio en una ecoaldea.

Una ecoaldea de acuerdo al Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), integra el hábitat humano en un nicho ecológico, en donde se emplean distintas disciplinas ecológicas. La ecoaldea, por definición, integra y sostiene la flora y fauna que la rodea y son construidas por la misma gente que vive allí.

Para lograr su proyecto se necesita una inversión de 40 mil pesos para construir estas casas. Ahora son dueños de 500 metros cuadrados y hasta el momento han gastado 25,000 pesos en su construcción, mientras que, como explicó Stephanie, un cuarto de cemento cuesta aproximadamente 100 mil pesos, por lo que “gastan más dinero para algo menos.”

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Del ejemplo nace la iniciativa

Ayudan a sus vecinos como es el campesino y pastor de borregos Don Berna, de 83 años, y tratan de involucrarlos en sus construcciones y prácticas ecológicas con la intención de hacerles entender que sí es posible usar recursos que algunos consideran inservibles y desechables en la construcción de una casa decente.

La pareja ayuda en la edificación y funcionamiento de sus viviendas, esperando a que su innata curiosidad los lleve a adoptar este modo de vivir. Les proponen implementar techos verdes sobre sus láminas, sin embargo no logran captar su atención en la adopción de esta.

Nanzhi Vazquez Ruiz, coordinadora de ecología en Visí Klkticxs (organización de ciclismo urbano y desarrollo), expresa que existe una falta de información, y que es allí donde yace el problema hacia la falta de adopción. -¿Cuál crees que sea la receta a seguir? pregunto. -“Si le das a las personas toda la información necesaria para poder dar mantenimiento adecuado a sus construcciones y si se involucran en el proceso desde el principio, no tiene por qué haber ningún problema,” escribe Nanzhi. -¿Solamente con información? me pregunto.

Nanzhi estudió ingeniería civil, sin embargo al no ver nada racional o ecológico en su carrera, se interesó en el tema de la permacultura y construcción natural y ha participado en diferentes proyectos y talleres sobre el tema. -“La información con motivación, y real interés en las personas le gana a todo,” –añade una carita feliz, de esas que haces involuntariamente con el teclado de la compu.-

La receta hasta ahora obtenida para lograr que una comunidad o individuo se adopte es la siguiente: información útil, seguimiento constante en la construcción, para luego llegar a ser un líder de ejemplo.

La primera casa habitacional construida con botellas

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Desde que llegó a vivir a México Stephanie ha trabajado en distintos proyectos ecológicos como fue su participación en San Pablo del Monte, Tlaxcala, con la construcción de la primera casa habitacional de México construido con botellas. Fue voluntaria y terminó siendo la encargada del proyecto que recibió el Premio Nacional de Sustentabilidad.

Sin embargo el problema empezó cuando los mismos que crearon el proyecto (el partido PRD y su proyecto de Liderazgo Joven) abandonaron la construcción al término de su campaña política, dejándola sola con la familia que habitaba la vivienda. Esta familia, recordó Stephanie, no estaba interesada en participar en la construcción, parecía que tenían la mentalidad de “soy pobre y es normal que me ayudes.” Recordó cómo le pedía a los niños meter mano en la construcción pero se reían y salían corriendo de la casa a jugar, mientras que ella se quedaba construyendo una casa para una familia que no parecían tener interés en participar. Este es el problema que enfrentan varias comunidades de escasos recursos, sienten que ser “pobres” les da el derecho de no involucrarse cuando alguien trata de ayudarlos a construir su vivienda, y si no están interesados ¿Cómo logras que adopten prácticas ecológicas en su vida diaria? Con poner el ejemplo, reiteró Stephanie.

El Chiquihuite

El Serro

El día va pasando, el cerro y su Cristo quietos ante la movilidad del atardecer. A distancia se escuchan los galopes de caballos, quienes pasan galantemente con sus dueños. -“Esos caballos cuestan 170 mil pesos,” dice Stephanie mientras se ríe. “Cuando me dijeron que costaban 170 pensaba ¡Guau que poco! 170 pesos,” pero no.

170,000 vale cada caballo y 40,000 se necesitan para construir la primera ecoaldea de Puebla. Momento perfecto en el que se confrontan dos elementos y sus respectivos intereses dentro del mercado del consumo de nuestra sociedad. Algunos prefieren comprarse caballos, mientras que otros tratan de cambiar y mejorar modos de vida. Es una lucha constante, como son sus perros Tetzuari y Osho jaloneando sus caninos por la misma llanta ponchada.

El jaloneo

Alberca Biológica

Su vivienda hexagonal tiene un proceso constructivo lento, ya que casi siempre son ellos dos quienes pasan sus tardes en la “talacha”, sin embargo tienen varios diseños y elementos por incluir como es una alberca biológica y un baño huerto. Para crear una alberca biológica se necesita una fosa de 1.50 metros y el agua tiene que circular, por lo que debe de haber un diseño que permita esta circulación, como son escalones naturales. El 40 por ciento de la superficie tiene que tener plantas acuáticas y de sellador piensan utilizar arcilla y hornearlo –el cemento lo excluyen siempre que se pueda-. Como toque final le agregarán peces a su alberca.

Stephanie sonríe al ver el hoyo de tierra en su jardín y platica sobre cómo ya se imagina las extensas aventuras que tendrá Johann en su pequeño paraíso con su futuro hermano o hermana –lleva 3 meses de embarazo-.

Baño huerto

El baño huerto que tienen planeado construir es un baño seco combinado con un huerto, ya que “ir al baño es súper aburrido” dijo Stephanie. De esta manera cada vez que vayan al baño se podrán regar sus plantas y hierbas. A pesar de ser un baño seco, Mauricio tiene la intención de que estéticamente se vea como un baño convencional y que tenga lo que un baño normal tendría, simplemente que utiliza del SES para llevar a cabo su función sostenible.

Existe una imagen negativa que tiene la mayoría de la gente hacia los baños secos, ya que como explicó la pareja, en las comunidades [representantes institucionales] les ponen el programa, pero no les explican cómo se usa, y por lo tanto piensan que es un método sucio.

Sin embargo es un sanitario aun más limpio que un baño convencional y con un buen empleo en su mantenimiento y estructura no genera ningún mal olor ni otros perjuicios que pudiera pensarse de ella.

¡Bienvenidos foráneos!

Extranjeros visitan la casa

Semana con semana reciben viajeros de todos los continentes gracias a la plataforma de Couchsurfing. Visitantes provenientes de países como Argentina, España, Francia y hasta Rusia han sentido curiosidad en experimentar una verdadera cercanía con la naturaleza y simpleza viajera. A todos los pasantes se les ofrece tiendas de campaña y los alimentan con verduras y frutas de sus cosechas. Algunos han llegado a expandir su estancia por más de un mes. La montaña los atrapa y les cuesta separarse de ella. Todos se van, pero sin antes escribir sobre el tambo de agua un pequeño recuerdoque les dejó el cerro.

Su hogar sirve de ejemplo para todos aquellos interesados en encontrar una utilidad a todo lo que consideran “desechos” y a partir de esto generar espacios con un discurso alternativo hacia la construcción de viviendas, que aunque han existido desde siglos pasados, han perdido interés y fascinación en ciertas mentes. No obstante son importantes preservar e imitar en la implementación de la arquitectura sostenible de hoy en día.

-“Estamos produciendo más de lo que consumimos y estamos encontrando una utilidad a la basura que se genera de ésta,” explicó Mauricio.

Adios Cerro

La noche cae y nos alejamos del monte, despidiéndonos de un verdadero nicho ecológico, totalmente apartado de la ciudad por tan solo cinco minutos. Poco a poco la gente le va rascando su rica tierra de tepetate, y si no se protege y se genera conciencia pronto con respecto a su conservación, se rumora que podría terminar siendo el próximo proyecto de INFONAVIT para viviendas prefabricadas.

Hoy en día, la sustentabilidad debe estar implícita en los diseños de la vivienda social. Esta reduce gastos económicos en el ahorro de energía y en la recuperación de materiales no renovables con la que se pudiera enfrentar una familia con un ingreso económico bajo. Al igual, reduce nuestra huella de carbono la cual fomenta al deterioro ambiental, que termina afectándonos indudablemente.

Las viviendas creadas a partir de la bioconstrucción son consideradas sustentables al reducir considerablemente su impacto con entorno al ecosistema de su localidad. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del 2010, el 26 por ciento de los 28.5 millones de viviendas particulares habitadas tiene 5 años de antigüedad, el 21 por ciento tiene entre 21 y 30 años y el 22 por ciento tiene 31 años o más, por lo que podríamos especular que esto significa que la mayoría de las 28.5 millones de viviendas (el 43 por ciento de casas con más de 21 años de antigüedad) no tienen adaptadas una arquitectura y función sustentable por el simple hecho de ser construidas en una época de separación e insensibilidad ambiental.

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Es menester adaptar estas practicas en las viviendas populares ya que en 30 años se estima que habrá un aumento del 35 por ciento de las viviendas en México. Este sector seguirá creciendo al igual que sus viviendas, las cuales consumen el 50 por ciento de los recursos energéticos del país. Por lo tanto es de suma importancia implementar acciones de sustentabilidad en los desarrollos de vivienda si queremos amenizar el porvenir.

Es importante preservar la vieja tradición de la arquitectura vernácula en la nueva arquitectura sostenible del hogar como modo de preservar nuestro patrimonio cultural y fomentar una comunidad girada en torno a la conciencia ecológica. Con esto fomentar un tejido social a base del cuidado que reflejamos desde nuestro entorno individual y su relación espacial.

Si no logramos adoptarla, por lo menos estemos conscientes de su existencia, utilidad y practicidad.

Mientras tanto, probemos esas mermeladas. Igual y la receta es otra.

¡Conozcan, participen y sigan el proyecto de Stephanie y Mau aquí!

-La bioconstrucción es un concepto basado en el aprovechamiento de elementos

naturales para edificar casas ecológicas con un mínimo gasto y proceso.

Los fardos de paja tienen una gran capacidad de aislamiento térmico, resistencia al fuego, ante sismos y absorben cantidades de dióxido de carbono, por lo que la paja es un material económico, sostenible y accesible para todos.

-En 30 años se estima que habrá un aumento del 35 por ciento de las viviendas populares en México, las cuales consumen el 50 por ciento de los recursos energéticos del país.

(Escrito en Diciembre 2013)

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