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Catalina, emprendiendo con sus tradiciones Pjiekakjoo (Tlahuicas).

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“Sale con el primer trueno del cielo.”

Es lo que escucho cuando veo mi ventana llenarse de relámpagos mientras trato de escribir. No es el primer trueno del año, pero si lo fuera, ahí es cuando saldrían los hongos “huevito”.

“Esos salen en los troncos secos,” recuerdo cómo me explica Catalina (44), una mujer chaparra, pelo largo de color negro, peinado de media cola con un broche.

Catalina tiene una mirada seria. Pensarías que está enojada, pero en realidad está pensando o concentrada. Tiene una sonrisa que acobija, y a su vez reserva cierta pena. Se ve que le gustan las bromas y chistes, la hago reír… Tiene su sentido del humor, y también su seriedad. Siento que me ve como una güera extraña; que la persigue, la acompaña a los camiones, y da aventones, y sí. Quiero absorber (como un hongo) todo lo que me pueda contar, y como buen periodista de corazón: la sigo.

-El Curso-

La conocí en un curso-taller de sororidad, género y emprendimiento impartido por Jacqueline Bochar y Fabiola Meléndez en la Fundación Comunidad, a través del  “Fondo Equidad de Género”. Poco sabía que en este curso nos preparaban para presentar nuestras ideas (o proyectos ya andantes) ante una incubadora y competir por un fondo, y sí, supongo algo tenía que ver con que el título dijera “fondo”, pero fue hasta el final que realmente lo mencionaron. Se me hace curioso, ya que en este curso nos enseñan cómo la competencia es una herencia del patriarcado.  Se daba por naturaleza en el hombre y nos lo enseñaron a las mujeres… y aquí estamos compitiendo por un fondo, pero lo bueno de todo esto es que nos estamos apoyando. No somos desconocidas y eso hace toda la diferencia.

Fueron cuatro días (dos viernes y dos sábados), llenos de café y deliciosos dulces de amaranto en nuestros descansos, donde sólo se ofrecía comida local y sin envases desechables,  siendo un zero waste lunch break, ¡muy exitosa! En un curso anterior, de un tema totalmente separado, sólo había vasos de Unicel, y moría por una dosis de cafeína.

Al final de este curso puedo decir que sentí y siento mucha sororidad. Al segundo día estábamos todas sentadas en nuestras sillas en un círculo. Similar a lo que representa el matriarcado. Cada quien opinaba sobre ciertos temas, cada una era una especialista en algo… Nadie está por encima de alguien, todas en círculo y apoyando, ¡me encanta! y a todas me daría gusto que recibieran un fondo, pero hay alguien que quiero que lo reciba aún más, y es Catalina Nazáreo Velázquez, una mujer tlahuica con conocimiento ancestral sobre la recolección de hongos silvestres comestibles y la naturaleza que rodea los bosques de Ocuilan.

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Catalina, es de una comunidad indígena tlahuica, de San Juan Atzingo, Estado de México. Aprendió a seleccionar los hongos por sus papás, y ellos por los suyos. Un conocimiento ancestral sobre los hongos. Y en el caso de Catalina, su información fue pasada por su mamá, “con ella estuve recolectando hongos, desde ahí fui aprendiendo, desde los 10 años”, me comenta mientras hablamos afuera de la entrada de un negocio, de quién sabe qué, cuando me dice “a ver si no nos corren…”

Y ahora que lo pienso mientras lo escribo- ya le habrá pasado, y yo lo tomé como broma… Algo más que mencionó al introducirse el primer día con su esposo, fue que no contaban con educación, y supongo que se refería al de una educación normalizada, como cuando aprendí (y olvidé al instante al pasar mi examen) sobre compuestos inorgánicos o orgánicos, que en mi vida voy a usar, o la manera en la que aprendí a escribir. Lo decía como si fuera de pena, pero lo que a mí me daba pena era no saber sobre su cultura. Tan cercana a la nuestra y ¡no sabía nada! No me da orgullo decir esto, pero realmente desde el terremoto del 19-S empecé a conocer a los pueblos de Morelos, visitándolos y Ocuilan no conozco, sólo el restaurante de truchas que amo pasando Subida Chalma, a unos 45 min…  o sea, ni cerca a donde vive.

-Su historia-

Catalina empezó en el 2001 haciendo eco tours en las áreas naturales protegidas de las Lagunas de Zempoala. En ese entonces había más de 50 personas de su comunidad que se unieron al proyecto que empezó el Comisariado de los Bienes Comunales. Un día -Catalina no me explica muy bien, y no pido más detalles- “el comisariado lo sacaron y decidió abandonar el proyecto”. Esto fue un problema porque las 50 personas habían puesto de su tiempo y esfuerzos en limpiar una zona abandonada “donde todos los comerciantes pasaban a tirar su basura”, para luego no sentir los frutos de su esfuerzo.

El comisariado los dejó, y no sabían cómo manejar el proyecto, “nunca llevamos las riendas… el hizo todo lo que era ecoturismo, nos lo dejó así en una hoja,” me cuenta Catalina, por lo que quedó parado por tres años en lo que encontraban a otro comisariado. Se fueron salieron los que inicialmente formaban parte del proyecto hasta que quedaron solo tres personas; Catalina y otros dos hombres. Y fue ahí cuando dijeron “no sabemos bien que onda, hay que integrar a las parejas, porque no hay más,” y así es como Catalina y  5 integrantes (3 parejas) llevan a cabo micoturismos, excursiones de senderos interpretativos, y venta de hongos silvestres comestibles enlatados y deshidratados.

Llevan más de dos años con recorridos de micoturismo y “hace cuatro años nos invitaron a Chapingo para hacer conservas y deshidratación de hongos,” comenta Catalina, bajo el intenso sol de las dos de la tarde en Cuernavaca, mientras pasan coches a toda velocidad por nuestra inexistente banqueta. Pero antes de ir a Chapingo, hace 6 años tuvieron su primera Feria del hongo que hicieron con la maestra Miriam Aldasoro, quien escribió su tesis sobre la comunidad tlahuica, en la que gracias a sus estudios y la ayuda de la comunidad, pudieron oficialmente identificar a 80 especies de hongos comestibles en esa zona y hacer un libro. Su evento más reciente, fue el pasado 2 de septiembre cuando tuvieron su 5ta Feria del hongo, “un año no la hicimos porque no hubo tanta lluvia,” me aclara Catalina.

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Cabe recalcar que México ocupa el segundo lugar “a nivel internacional en hongos comestibles silvestres, después de China”.

Por lo que esta forma de conocer a los hongos de nuestro país se me hace muy interesante y especial. En los tours de micoturismo (mico significa hongo, micóloga: mujer que estudia hongos…) hacen un recorrido donde han tenido hasta más de 20 personas, y los llevan por la zona de las Lagunas de Zempoala, mientras van explicando el tipo de bosque, fauna y flora, los distintos hongos que se van recolectando, así como dando instrucciones de cómo se corta para conservar las esporas y micelio, “el micelio es la semilla del hongo que va debajo de la tierra, y la espora es lo que le cae al hongo,” me explica Catalina. Al recolectar se usan canastas para que las esporas vayan cayendo, regresando a la tierra, mientras uno sigue caminando, y así seguir con la vida del hongo.

En estos tours cuentan con tres guías, uno de ellos es Carlos, su compañero mayor, quién da la bienvenida y explica en su dialecto durante el recorrido. Catalina me cuenta como entiende algunas palabras, pero le cuesta unir las palabras al hablar y dejó “ese interés de aprender lo tlahuica, porque hubo un tiempo de mucha marginación, que porque éramos Tlahuicas, éramos indios,” me dice recordando.

Por eso espero que Catalina reciba el fondo, porque realmente cambia los roles de género y es alguien que, desafió las presiones sociales, de clase, género y culturales, adueñandose de su patrimonio y aprendiendo con la experiencia a manejar y persistir con su negocio y organización, creado de un conocimiento ancestral, que le fue transmitido de mujer a mujer. En la época de lluvias, la mayoría del pueblo se dedica a recolectar hongos, y para Catalina, este es su único negocio; los tours y venta de hongos, por lo que le preocupa no poder sacarlo adelante, un negocio que creyó en el hace 17 años. Por eso quiero que tenga la oportunidad de ver los frutos de su esfuerzo y convicción, emprendiendo con el apoyo que no recibio en nuestro sistema educativo.

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Sus micoturismos, con un precio de $270 mxn por persona, recorrido de 10 am a 2 pm, con una bienvenida de té medicinal y pan regional y una comida de quesadillas de hongos y sopa de hongos han acabado, y será hasta el próximo año en temporada de lluvias, pero por el momento hay senderos interpretativos hasta mayo.

Yo ya sé lo que estaré haciendo para mi cumpleaños, o ¡cuando quieran mis amigas!

La recolección de hongos silvestres es una actividad viva, especial, importante en la preservación de la naturaleza y su consumo en el cuidado de nuestro cuerpo. “Es un producto orgánico… los hongos son medicinales, que alivian cualquier enfermedad comiéndolos continuamente,” me dice Catalina, y sí investiga sobre cualquier hongo chino, y verás sus propiedades, ahora imagínate las propiedades de los hongos mexicanos, ¡quiero saber más! ¿Y tú? Coméntanos si sabes más sobre los hongos comestibles silvestres mexicanos.

Y si quieres un recorrido por las Lagunas de Zempoala o adquirir algunos de sus hongos–ahora sólo le quedan deshidratados (tienen los favoritos de Catalina que son los Olotito o “mazorquita”) y hasta el próximo año tendrán hongos en frascos al ajillo, adobo o en escabeche, escribe a: ecotourtlahuica@gmail.com o llama al: (722) 782-1872 y en Facebook encuéntralos como Ecoturismo Tlahuica.  En el Mercado Verde Morelos (sede Parque Chapultepec)- el tercer domingo de cada mes, también puedes encontrar a Catalina y sus compañer@s en el primero puesto de quesadillas entrando a la zona de comida, ¡son buenísimas!

-Ecoturismo Tlahuica es una organización indígena ecoturística que conserva y difunde el patrimonio biocultural del Parque Nacional Lagunas de Zempoala.-

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Fuentes de Consulta Externa:

(2018) El Gráfico“En Ocuilan pierden más de 10 mil hectáreas de bosque.”

(2018) El Sol de Toluca“Denuncian tala inmoderada en Ocuilan.”

(2017) Milenio– “Tensión en Ocuilan por enfrentamiento entre comuneros y talamontes.

(2016) Video Greenpeace México 

(2007) MVT agencia de noticias“Ocuilan no será más símbolo de tala ilegal e impunidad.”

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