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Viajando y buceando sola en el Caribe – En tres capítulos

Viajando y buceando sola en el Caribe – En tres capítulos

Les quiero contar sobre mi experiencia buceando en el caribe mexicano. La gente que conocí, los chismes que me contaron, el estilo de vida que presencié y los tres capítulos que marcaron este viaje que me regalé.

A lo mejor algo de lo que cuento te sirve. Si es que planeas viajar sola y estás empezando a bucear, definitivamente de algo te servirá leer esto. Si es que quieres leer mi experiencia nada más porque sí, también bienvenido seas. A ver qué te parece este trip. 

“Qué hago aquí, mientras ellos están allá?”

Me terminé de certificar como PADI Open Water Diver (OWD) en octubre del año pasado, fue una meta que me propuse cumplir pronto y qué mejor que a los 30 como fecha límite. En 2021 me fui a Bucerías una semana para ver qué sería de mí si escogiera vivir ahí. El mi ultimo blog se trató de eso (y lo puedes leer aquí si quieres). Fue en Bucerías que me di cuenta que pasé una semana entera sin hacer ningún deporte acuático. Había acompañado a unos amigos a bucear, y lo único que hice, fue intentar snorkelear a la orilla del mar hasta darme cuenta que estaba rodeada de aguas malas, todas picándome el cuerpo. Las tenía en mi cara, y lo único que pude hacer fue dejar que la ola me sacara como pez muerto con menos de 20 centímetros de agua debajo de mí. Esperé los siguientes 40 minutos imaginando lo que estarían haciendo, y lo que me perdía mientras observaba las piedras y formaciones. No me subí a ningún kayak, no probé el paddle board, no renté ninguna bici, no bucee, pero lo que si me tocó ese último fin de semana en Bucerías, fue una conversación con un ex convicto preguntándome si sería su novia, mientras regresaba su camioneta vacía después de transportar mariscos entre estados. Mi amigo, atrás en la batea, pensando, “a todo dar este ride gratis” y yo convenciendo al conductor que tenía novio y no participaría en sus propuestas, un “gracias, pero no gracias” nervioso.

A lo que voy es que decidí que no planearía otro viaje al mar sin incluir alguna de las actividades anteriores. Y qué divertido sería conocer lo que hay debajo del mar, acompañada de mis amigas y amigos. Así que decidí que me certificaría para poder bucear en el mar. Empecé en septiembre, en plena temporada de huracanes y terminé en octubre, después de dos idas a Vallarta. Mi increíble instructor Saúl, que en ese entonces trabajaba con Vallarta Adventures (ahora vive en Cozumel) me dijo que no dejara pasar mucho tiempo entre los últimos buceos, le dije que tenía planeado ir a Cozumel en diciembre y que ahí iría a bucear. 

Foto que me tomó mi instructor Saúl, el día de mi certificación PADI.

Y se logró. Me quedé en el Hotel Villablanca, una estancia normal para alguien que va a bucear, pero si vas con amigas igual y valdría un all inclusive, o algo que tenga playa, porque el hotel en donde me quedé estaba cruzando la calle de doble sentido y en realidad no había playa, solo piedras y agua, difícil de entrar si no tienes zapatos o aletas. Pero puedes ir a un sunset bar, snorkelear por el muelle y ver el atardecer en el mar. 

“Empezamos el viaje en Cozumel, y sí, vine románticamente sola”

Alado de mi hotel estaba un increíble rooftop restaurant llamado Sereno, se los recomiendo para ver el atardecer (a menos de que te bloquee un crucero pedante). Tienen excelente selección de música, cócteles hechos con detalle, meseros bien atentos, buena cocina y menú. Altamente recomendado, y abajo puedes rentar una bici por 24 hrs por 300 pesos. El centro no quedaba lejos en bici, pero para el all inclusive, Hotel Presidente y la marina, sí llegué en taxi, y regresé a mi hotel caminando. En el Hotel Presidente bucee con Scuba Du, con un instructor privado y todo el equipo rentado. Sí, fue muy caro pero creo que vale la pena cuando eres nueva. Algunos lugares no te cobran por el equipo, o solo por ciertas cosas, si escoges tours que van con pocas personas y suficientes Dive Masters o Instructores, también te haces amigos o amigas de los pros, los sigues de cerca y se convierten en instructores privados. Y te ahorras una lana.

“Just Keep Swimming. Just Keep Breathing”

Aprendí mucho de mí buceando, y seguiré aprendiendo. Como por ejemplo, detectar la ansiedad. Buceando la detecto en seguida. Me doy cuenta que tengo mucho por mejorar con mi respiración. Con la ansiedad siento que quiero tragar aire, y llenarme los pulmones, que quiero sentir como un bostezo en mis pulmones y no puedo. Pero una vez que me enfoco en mi respiración todo se va calmando. Pero luego pienso en la posición de mis manos, el control de flotabilidad, el visor muy ajustado, la mandíbula apretando demasiado, me doy cuenta y suelto la quijada. Ajusto mi visor, y observo; las cosas pequeñas y las grandes, interactuando en nuestro silencio burbujeante. 

Es estar en el presente, y a veces es una lucha. Pero se disfruta. Se disfruta observar todo lo que hay debajo del mar. Se disfruta su inmensidad. Lo extraterrestrial. 

“Tres mezcales para el chisme”

Conocí a mi instructor de Scuba Du, y me contó que la realidad o al menos la que él vive, es que todos los Dive Masters se odian, se roban clientes y propina. Que todo el compañerismo que se vive como persona que paga por bucear, es actuado para que pienses que así es. Pero en realidad, a uno le gusta la coca, a otro las trabajadoras sexuales, a otro los porros. Se molestan entre ellos, y si un capitán le roba la propina de otro, se le aparece muerto su perro. Porque eso es meterse con la vivienda de alguien. Me cuenta que en realidad hay crimen, y entre los vecinos se resuelven los problemas. Lo que ya sabemos sobre el sindicato de los taxistas, la diferencia entre ser un lugar con certificado PADI, y las consecuencias cuando no las tienes. Me cuenta cómo se mueren clientes, principalmente por ataques al corazón, hombres en sus 70’s que aunque no lo sientan, están haciendo mucho esfuerzo nadando con plomos y respirando aire con nitrógeno acumulándose en tu cuerpo, y pasa que uno se muere. Pero también pasa cuando tu instructor o Dive Master nunca voltea a ver si todos siguen con él. Como pasó con uno de sus compañeros, que cree que se mete coca antes bucear. Me cuenta que es el reconocido pacheco de la isla, y que tiene 6 porros en su coche. Me cuenta cuánto dinero gana, y como hay gente pendeja que no sabe arreglar su propio equipo y le paga 350 dólares por ajustar un botón atorado. Me cuenta sobre cuánto pagó por su Jeep, y como mi amigo es un pendejo por no haber comprado el nuevo modelo 2022 por 2 millones de pesos. Me cuenta cómo ganó 2 millones en el verano. Ahora que lo pienso, verg*, como el dinero te vuelve pendejo. 

En fin, este chico de 26 años fue el pacheco de mi capítulo 1. Dejémoslo hasta ahí. Porque lo que le sigue es pura desilusión romántica que me inventé.

“El mar se respeta y se le pide permiso”

Al segundo día bucee con los no certificados de PADI, cosa que aún no sabía, llamado Dive with Charro, recomendado por un amigo de mi papá. Su Dive Master es el hijo de Charro. Es un negocio de tres generaciones, con el nieto siendo el auxiliar en los buceos. Mi Dive Master o Instructor, no recuerdo la diferencia ni que era, se llamaba Toño, autonombrándose chilango, igual que el otro instructor privado. 

En estas 3 inmersiones que hice en Cozumel aprendí que debo preguntarle al Dive Master antes de entrar al mar, cómo planeo hacer la parada de seguridad si subo sin él, usando la cuerda con un nudo de referencia. Así aprendí a señas debajo del mar. Aprendí algunos trucos para ecualizar, como ponerte de lado del oído que no ecualiza e intentarlo bajo el mar. Hacer muecas, pasar saliva, (A.K.A. técnica Valsalva para los fancys), irme tronando los oídos y limpiarme la nariz con agua de mar antes de entrar. De seguro hay otro que no me estoy acordando. Pero en este viaje aprendí lo que es disfrutar el viaje entero del buceo. Desde despertar, y odiar que tienes que “madrugar”, ir sin desayunar, implorar por un café, subirte a la lancha, conocer a los que te rodean, escuchar sus historias, hacer preguntas, conocer tu equipo, ponerte tu traje, ir al baño repetidas veces, porque por alguna razón el mar te hace querer ir más al baño, y nadando ni se diga, básicamente el agua me está diciendo “¡ESTE ES TU BAÑO!” Pero cuando uso traje de neopreno mi cuerpo simplemente se rehúsa, y especialmente si estoy enfocada en bucear. Estoy nadando y respirando, en una constante limbo entre paz y tranquilidad, ausencia y duda. Al menos como primeriza, así me siento, estoy en el momento y de repente, pienso en cómo estaré respirando, en sí estoy muy lejos del grupo o muy cerca del arrecife, si todo mi equipo está en orden, pero son segundos, y luego estás simplemente ahí, nadando, siguiendo un grupo, observando las criaturas y tú en el museo real. 

Cozumel es pet friendly sin duda, así como el ferry Ultramar. Me gustaría ir con Mami algún día. Mami es mi perrita de 7-8 años que saqué de la calle hace 3 años.

Hasta me imagino cómo sería vivir ahí, y bucear los fines de semana. 

Con Charro no firmé nada, pero me sentí segura con mi instructor Toño, y comí mejor ahí que en el otro lugar, sin duda. Eso sí, se ahorran una lana por no pagar por la certificación PADI.

“De Tuluminati Europeo”

En el capítulo 2 me fui a Tulum para pasar año nuevo con un amigo, mi hermana y mi cuñado. Viví lo que es un pueblo no apto para autos, atascado de tráfico inmensurable. Y me di cuenta que la música electrónica, no siempre es para mí. Esa noche pude haberla pasado cenando rico y tomando unos drinks, no en una fiesta con una pulsera que te cobraba dólares. Me dio risa pensar que decidí ir a un lugar donde pagar por una cerveza te salía más caro que buscar quien te invite una droga.

Definitivamente no logré el vibe que se necesitaba en la noche pero se aprendió, que lo que creíste que era tu escena, en realidad no lo es, a menos que estés en algo. Y una ya está cansada para esas cosas. En este capítulo, también aprendí lo mucho que amo viajar sola, estar sola, decidir por mí lo que quiero hacer en un día, estar conmigo y conocer a los demás de forma espontánea y momentánea. De alguna manera, significativa. 

“No dejes de bucear”

En el capítulo 3 de este viaje, decidí regresar a bucear pero en Isla Mujeres. Me quedaban dos noches, y por qué no aprovechar una con una buceada? Un amigo me pasó el contacto de un amigo suyo, que me compartió el lugar donde me recomendaba bucear en la Isla, con Emilio Dive Center, aquí mi Dive Master fue Alejandro, y nos llevó a dos lugares. Duraron poco los buceos y la profundidad era menor a la de Cozumel, a 9 metros máximo, y Cozumel a 22. No entendí porque duraría menos de media hora o media hora, si estábamos a poca profundidad y los tanques de aire duran más (te acabas el aire más rápido a mayor profundidad), entonces eso fue lo único que me desilusionó, me hubiera gustado pasar más tiempo, pero también soy friolenta, y tengo que comprarme una capucha. Lo bueno fue que es PADI Dive Center y el equipo estaba incluido.

En estos buceos aprendí el tipo de aletas que necesito, unos ajustables me quedan mejor, unas botitas también me ayudarían sin duda.  También aprendí que debería tener 12 libras de plomo, y en algún punto intentar con 10 (update: ahora lo hago con 8 y seguiré usando menos conforme vaya mejorando mi flotabilidad). Ya me compré mi visor y strap para que no me lastime el plástico. En algún punto tendré las aletas, y un wet suit, tengo uno pero me lo regaló un amigo y me queda grande de los hombros, a lo mejor con el tiempo y uso se va ajustando a mi medida.  El BCD y demás lo rentaría, o buscaría lugares que ya los incluyen en el precio, y que el precio no sea muy elevado y sea PADI Center para todos estar protegidos. Y de preferencia tener seguro DAN, que no la tengo, podría en algún punto, pero primero necesito la general…

Me quedé en un hotel con una vista espectacular al océano, el viento era fuerte y las olas chocaban contra las piedras. Se sentía como si fueras la única persona despierta viendo esa vista en la isla. El hotel se llama Rocamar, y recomiendo los cuartos con vista al mar y empezando desde el tercer piso. 

“Todos somos Tigres?”

En este último capítulo conocí a mi segundo pacheco, un hombre de 37 años que abre su tercer restaurant en la isla, tiene dos ya en Playa del Carmen, pero esta es un hotel con desayuno incluido, y está construyendo el restaurant, tendrá su propio horno y espressos como en Italia, me dice esta persona. Lleva 5 meses en la isla, y trata de conocer a todos, llevarse con ellos, y llamarlos “Tigre”. El se hace llamar uno, no tiene novia y decidió abrir este negocio sin socios, los demás tienen novias y se quedan en playa. Pero el vino a “vivir la vida de tigre” y supongo que trató de enseñarme cual era, mientras caminaba con convicción de lugar a lugar sosteniendo las llaves de su departamento que colgaban de su cuello (un regalo que le dio su mamá para que no las perdiera).

El Tigre me llevó a tres lugares en la isla, el primero: un bar donde su amigo andaba de DJ, luego a un pool bar de su amigo donde nos sirvió varios shots de tequila blanco y yo dudaba si este tigre que acababa de conocer se había drogado en el baño, porque no paraba de sonarse la nariz. Me confesó que tenía “desviada la nariz”, razón por la cual nunca podría bucear. Y el tercer lugar a donde me llevó fue a una fiesta en el Hostal Selina, y qué buen spot con excelente selección musical, puro vibe de los 90’s, y claro, Bad Bunny no podía faltar (realmente cumpliendo una de mis fantasias, bailar descalza en la arena con una chela en mano, cantando canciones de su album “Un Verano Sin Tí”. -sí, estaba muy obsesionada). La fiesta de Selina, aparentemente se pone los fines de semana, y tenían buen equipo de iluminación y lasers, puro extranjero y local bailando y buscando su noche. Me encontré con muchas miradas, pero la mirada del Tigre (ex futbolista, division no sé cual, originario de Acapulco) imponía, y no se acercaban los otros tigrillos.

Un consejo que me llevo del Tigre es, visita lugares que llevan años abiertos y sirviendo al cliente, ya que son estos lugares que aguantan cambios de gobierno, de grupos criminales, huracanes, y what not, por lo que siempre vale la pena visitarlos, como el sports bar de su amigo, que incluía palabras clave como “Original” y “desde 1930” o algo por el estilo en su slogan.

Este Tigre se hace llamar sexo-adicto, pero dice que se refiere a cómo se entrega sexualmente a relaciones estables, que se aguanta el orgasmo, y que no considera sexo exitoso si la mujer no tiene uno. Lo llamé bullshit y me fui de su departamento bastante cuestionable de 5 metros cuadrados, con un porro hecho en la mano, directito a mi hotel a las 4 de la mañana. Había puro silencio en las calles, solo vi a un güero en un local con la compu prendida en una junta de Zoom,  claramente horario Europeo, así la vida post-pandemia, todo el mundo en todas partes, el trabajo nunca para. 

Pero yo sí paré por instantes, y disfruté cada segundo de este viaje que decidí planear sola y acompañada por unos días, y vivir ambas vidas y todo lo que una experiencia tiene por enseñarte. 

Mis últimos consejos:

Suena obvio, pero comparte tu ubicación con tus amigas cuando alguien se te presenta y quieres pasarla bien pero estás sola y solo quieres que sepan donde estás y con quien. Una nunca sabe en este México que pinches amo y odio por la violencia y el odio que se tiene a las mujeres. Entonces recomiendo avisarle a alguien con quién estás, qué haces, cómo se llama la persona, básicamente estás chismeando en el momento con tus amigas de lo que estás por hacer y a la persona que estás por conocer. Claro que me dejé ir y decidí hasta donde quiero conocer a alguien y hasta donde alguien te quiere conocer a ti. Y ni modo, la tienes que respetar aunque te desilusione que no te contesten el mensaje y des por perdido tu estuche de tabaco que tanto amabas.

En este viaje aprendí que hay que pedir el celular de la persona. Cuando conozcas a otro Diver, y te cae bien, platican, hasta la hacen de buddies, pídele su cel, nunca sabes cuándo podría planearse el siguiente viaje.  Conocí a una de Croacia, que vive en Los Alpes Suizos, estaba con su amiga que hablaba poco y en francés, pero se habían certificado hace 3 años y esta era su inmersión num. 50. Hasta tengo foto de su dive log. Una ching*na sin duda, y me dio muchos tips… lo que daría por saber su número. Por ella y otros buzos de Romania, quiero bucear en el Mar Rojo. 

Y por último, cuando viajes sola, no gastes tu tiempo en un restaurante donde nadie te atiende en los primeros 2 minutos. Y me refiero a un simple reconocimiento de que te sentaste y estás ahí. Dales un minuto si quieres, pero si no está alguien atendiéndote en el segundo que tomas asiento, mejor vete. No van a darte la atención que mereces, especialmente si estas viajando sola, no le estas haciendo un favor a nadie. Ellos pueden asegurarse de atenderte bien, hacerte plática, y uno nunca sabe cuánto planeas gastar en esta cita que organizaste para ti. Las solo travelers, en su mayoría yo diría, tienen un poder adquisitivo que se debe de respetar y no minimizar por el hecho de ser mujer (a lo mejor ya estoy poniéndole nombre y apellido a una situación cultural inexistente, but then again, esa soy yo, sacándole jugo al “merezco respeto y atención al igual que la pareja en la mesa de alado. Sí, estoy sola pero no tacaña”). Entonces quien no te atiende bien, no ve el potencial que tienes como una mujer WITH MONEY que disfruta regalarse experiencias y eso incluye la propina.

Date esos lujos y vive tu solitud.

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