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Los mestizos que no existen en Nueva Zelanda

Los mestizos que no existen en Nueva Zelanda

Si eres como yo y acabas de llegar a un país extraño sin conocer a nadie entonces tienes una sola cosa en mente; fumarte tu primer gallito ahí. Lo verdaderamente lamentable es que descubrí muy rápido que, en la ciudad que estaba, una de las ciudades más al sur de la isla del sur (o sea estaba a 20 minutos del pingüino más cercano pues), la gente amaba fumar pero casi nunca había suficiente para todos. Un gran fallo por parte de la mano invisible del capitalismo. Ni hablar.

Así pasé alrededor de medio año. Con un dealer de esos que cobran cincuenta dólares por una bolsita de nada y saboreando cada fumada como si fuera la última. No ayudaba en lo más mínimo que mi roomie canadiense fuera una atascada y siempre se acabara su parte antes y yo terminara compartiéndole de la mía.

Poco después me di cuenta de una dinámica muy sencilla que se tiene en Nueva Zelanda. Todo, absolutamente todo el tráfico de drogas es llevado por Maoríes. Dejemos de lado momentáneamente las horrendas implicaciones racistas que esto forzosamente conlleva para que les comente que sentí un increíble alivio. Para traducirlo a una concepción mexicana, los maoríes tienen comunidades llamadas Marae que, de hecho, tienen un estatus legal parecido a las comunidades y municipios indígenas que se rigen por usos y costumbres en México. Esto no significa que puedan plantar marihuana legalmente en esos territorios pero si quiere decir que pueden alejarse un poco de la vigilancia policial, misma que es odiada por la basta mayoría de Maoríes básicamente porque tanto la policía, como la legislación y las estructuras de gobierno son extremadamente racistas.

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En fin, organicé un fin de semana con un amigo (Maorí) que estaba haciendo su doctorado en el mismo departamento que yo para ir a conocer su Marae, conocer a su familia, y fumar tanto como nos fuera posible. Debo decir que sentí un tipo de calma y bienestar en el Marae que sólo puedo describir como “familiaridad”. Eran formas sociales, actitudes e incluso problemas con los que me podía relacionar perfectamente. Los problemas que sufre los pueblos originarios en Nueva Zelanda son muy similares a los que sufren los pueblos originarios de América Latina, sus luchas son también muy parecidas (de hecho sus lideres sociales están perfectamente enterados de todo lo que les pasa a los pueblos indígenas en México), y su relación con la ley es… también muy parecida.

Esto fue probablemente lo que me hizo sentir más en casa de pasar por esta comunidad. Algo que simplemente nunca pude comunicarle perfectamente a cualquier euro-descendiente (se les dice Pakeha) de la ciudad donde yo me estaba quedando. El perderle todo el respeto a la ley y a la “autoridad” porque simplemente nunca han estado ahí para ayudarte. En el mejor de los casos eres invisible para ellos. En el peor de los casos, te quieren desaparecer.

Me voy a desviar un poco en este momento para hacer una aclaración de la cultura y actitud Neozelandesa. Son gente totalmente normal. Más aun son primermundistas totalmente normales. Muchos son excelente gente, muchos son terribles. Existe el racismo, la ignorancia, la desigualdad y todo lo demás. Aclaro esto porque me ha dado la impresión de que en México creemos que todos los Neozelandeses son como los mochileros que recibimos en Oaxaca.
Lamentablemente, este no es el caso. Es importante tomar en cuenta que los turistas que recibimos de mochila provenientes de países muy afluentes son el tipo de personas que están dispuestas a dejar la seguridad y comodidad de sus ciudades para irse a conocer ese país del tercer mundo que sale tanto en las noticias y que Trump odia tanto. Lo que estoy tratando de decir es que no es un país de hippies.

En fin, todo esto viene a solo un comentario. Los Maoríes no tienen una palabra para mestizo. O eres Maorí o eres Pakeha, no hay punto medio. Más aun, si tienes una gota de sangre Maorí te puedes identificar como Maorí, y reclamar los beneficios así como sufrir las consecuencias. Claro está que un Maorí que nosotros llamaríamos mestizo“güero” va a sufrir mucha menos discriminación que uno de piel morena, pero la opción de identificarte como tal no te la puede quitar nadie.

Obviamente platicamos mucho de esto en nuestra pacheques. Les comenté que el gobierno mexicano ha pasado por varios métodos para contar la cantidad de habitantes de pueblos originarios en México. Hubo incluso un momento en el que si hablabas alguna lengua indígena se te catalogaba como indígena. Ahora, uno tiene que formar parte de la comunidad, conocer la cultura, y ser descendiente de familia indígena. O sea, tu identidad indígena es dependiente de lo que otras personas opinen de ti. Si tu dices que eres parte de la comunidad pero la comunidad no está de acuerdo, pues no solo no eres de la comunidad, también pierdes tu identidad. Peor aún, la mayoría de la gente busca activamente el perder esa identidad y remplazarla por la de mestizo. Ésta, se presenta como una orgullosa combinación de ambas “razas” pero, como todos sabemos, es más bien una manera de tapar lo más posible la ascendencia indígena y hacer brillar lo más posible la europea. Si no me creen, vean cuantos mestizos sabemos muy bien de que parte de Europa vino parte de nuestra familia pero ignoramos completamente de que nación indígena viene la otra.

Podríamos aprender una cosa o dos de los Maoríes. Ellos pueden ser Maorí y euro-descendiente a la vez. El más grande triunfo del racismo en México fue el convencernos que la mayor parte del país está formada por una población que no es ni uno ni otro pero sí (muy mexicanamente). O sea en papel solo digo que soy mexicano. Porque el mexicano es mestizo. Y el mestizo es indígena y europeo. Pero cada vez más europeo. Y cada vez menos indígena.

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